Aunque ya mucha gente no lo recuerde, un avión de este tipo, llamado Enola Gay (el nombre de la madre del comandante), lanzó, el 6 de Agosto de 1945, la primera bomba atómica del mundo sobre Hiroshima. Tres aviones se habían estrellado al intentar despegar de esa misma pista con una carga similar... La bomba atómica Little Boy pesaba casi 4 tm.

El Enola Gay despegó de la isla de Tinian, en el archipiélago de las Marianas, el 6 de agosto de 1945. Pasó poco menos de un minuto cuando, a 250 metros del suelo, la bomba explosionó.
ARTÍCULO SEMIFINALISTA DEL I CONCURSO DE REDACCIÓN AERONÁUTICA EXTRACREW

El Boeing B-29 Superfortress fue la máxima expresión de la tecnología aeronáutica estadounidense a finales de la Segunda Guerra Mundial.

Tenía cuatro motores radiales, de 18 cilindros y más de 2.200 caballos cada uno, lo que le proporcionaba una velocidad máxima de 310 nudos (unos 470 km/h.) con una autonomía de 6.500 Km. Tenía una carga útil de 10.000 kg. de armamento.

Aunque ya mucha gente no lo recuerde, un avión de este tipo, llamado Enola Gay (el nombre de la madre del comandante), lanzó, el 6 de Agosto de 1945, la primera bomba atómica del mundo sobre Hiroshima.

Desde el punto de vista militar, inicialmente esta no era una de las misiones mas comprometidas, aunque fue realmente un momento crucial en la historia de la humanidad.

Estados Unidos inició la fabricación de la bomba sobre el 1941. Un grupo de nueve científicos logró, al cabo de 4 años, solucionar todos los problemas teóricos que surgieron. En 1945 ya se disponía de tres ejemplares.

Sin embargo, una cosa era poseer la bomba y otra llegar a utilizarla. La última decisión era claramente política, y el presidente de los EE.UU., F.D. Roosevelt, confirmó que a menos que los japoneses se rindieran incondicionalmente, esta misión se llevaría a cabo.

Y Japón no se rindió.

El Enola Gay despegó de la isla de Tinian, en el archipiélago de las Marianas, el 6 de Agosto. Esta tarea la realizó el coronel Paul Tibbets, comandante de la 509º Composite Bomb Group, un equipo formado especialmente para esta misión.

La mayor preocupación era el despegue del B-29, que incluso con sus cuatro hélices de 5 metros y sus poderosísimos motores necesitaba una pista extremadamente larga para poder tomar el vuelo. Además, otros tres aviones del mismo tipo se habían estrellado al intentar despegar de esa misma pista con una carga similar (la bomba atómica Little Boy pesaba casi cuatro toneladas).

Al final, y por escasos metros, el B-29 consiguió despegar, y a las 02:45 locales ya estaba en el aire, poniendo rumbo a Japón.

Una hora antes habían despegado tres aviones de exploración meteorológica, cuya tarea era la de transmitir las condiciones sobre Hiroshima y sus alternativos, Kokura y Nagasaki. Un mensaje en código fue transmitido al comandante del Enola, en el que se decía que las condiciones eran perfectas en el objetivo principal. Un mensaje que condenó a muerte a decenas, sino centenares, de miles de personas.

Sobre las 08:00 apareció el Enola y un escolta sobre el cielo del Hiroshima. A las 08:09, todos se pusieron las gafas de soldador. A las 08:16, a una altura de 32.000 pies y a casi 290 nudos, la bomba Little Boy abandonó su compartimento y empezó su caída, amortiguada por un paracaídas. Rápidamente, el Enola y su escolta viraron para alejarse de allí.

Pasó poco menos de un minuto cuando, a 250 metros del suelo, la bomba explosionó. Miles de personas vieron como brillaba un segundo sol en el cielo, y la ciudad quedó devastada inmediatamente. A partir de esto, el mundo cambió para siempre.

La tripulación del Enola quedó fascinada, o mejor dicho, aterrorizada. Vieron como una nube de humo, fuego y polvo subía en forma de seta, un humo radioactivo que después fue cayendo lentamente sobre la ciudad, para que sufrieran más.

El centro de la esfera de fuego alcanzó una temperatura de más de un millón de grados, y el calor vaporizó todo lo que encontró en un radio de un kilómetro. Nunca se sabrá exactamente cuanta gente murió, pero se calcula que sobre unas 250.000 personas

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Aún hoy, más de media siglo después, perdura la sombra nuclear.

Realmente, compadezco la tripulación del Enola Gay.