El vuelo puede afectar a personas con determinados problemas de salud. Las mayores diferencias entre el ambiente de cabina y el ambiente en tierra son: presión, humedad y ergonomía. Los aviones comerciales modernos son razonablemente seguros y confortables, pero las condiciones ambientales pueden afectar a algún pasajero, especialmente si éste previamente padece alguna enfermedad. En el siguiente artículo se explica de forma sencilla cómo el vuelo puede afectar a estas personas y qué tipo de limitaciones se deben observar a la hora de autorizar el vuelo de un pasajero con limitaciones médicas en vuelos comerciales.

  • Factores estresantes

Las mayores diferencias entre el ambiente de cabina y el ambiente en tierra son: presión, humedad y ergonomía. El avión no está presurizado a nivel de tierra, y esto conlleva una cierta disminución de la presión y del oxígeno. La humedad es baja y en la mayoría de los aviones los pasajeros se sientan en un asiento pequeño y de poco espacio durante varias horas, a veces cruzando husos horarios con la posibilidad de desincronizar los ritmos circadianos. Veámoslo más detalladamente:

1. Presurización / oxígeno
La cabina está presurizada a una altura que no suele sobrepasar los 2.500 metros. La hipoxia de altitud puede ser un factor importante en los viajeros con enfermedades del aparato cardiorespiratorio. Además habrá que tener en cuenta los posibles disbarismos especialmente de tipo barotraumatismo, debido a los cambios de presión cuando el avión sube o baja.

La descompresión rápida de la cabina, aún siendo muy rara, debe tenerse en cuenta. Al descender el avión, se modifican las presiones de tal manera que los gases contenidos en cavidades semicerradas (oído, ap.digestivo, senos paranasales) tienden a aumentar provocando molestias si no pueden salir. La pérdida de líquidos del espacio intravascular al extravascular (3º espacio) debido a la disminución de la presión puede ser importante en enfermos cardíacos.

2. Ruido y vibración
El ruido y la vibración son inconvenientes a los que se enfrentan los pasajeros y el personal que los atiende. A veces es difícil auscultar o medir la presión arterial como se hace en tierra. También puede verse alterada la comunicación entre las personas a bordo. Las vibraciones suelen ser de alta frecuencia y pueden interferir el uso de monitores y afectar a los pacientes. Evitar al máximo el contacto del enfermo con la estructura del avión puede minimizar sus efectos.

3. Aire en cabina
Estudios recientes nos muestran que la cabina de los aviones es un ambiente saludable, que cumple con los requisitos legales de seguridad y ambientales. Sin embargo, es un ambiente único que muestra ciertas diferencias con el ambiente exterior. El riesgo de contaminación es equiparable al de cualquier lugar cerrado. La baja humedad justifica el consumo generoso de agua.

4. Movimiento y G’s
Aunque las fuerzas G no son un factor significante en los vuelos habituales. Sus efectos pueden variarse según cómo se coloque al paciente que viaje tumbado. Los enfermos cardíacos se beneficiarán cuando en el despegue su cabeza se orienta hacia la cola del avión, lo contrario para los traumatismos craneales. En caso de turbulencias, aumentan los mareos, el miedo y la posibilidad de traumatismos.

5. Ergonomía y aeropuertos
Factores operacionales en relación con las aeropuertos o las normas de seguridad son de tal importancia, que en muchas ocasiones limitan el transporte de pasajeros con capacidad disminuida. Valorar el número de horas de vuelo, o el cruce de husos horarios, la existencia o no de escalas, pueden tener efectos fundamentales sobre la fatiga, la medicación o el descanso de un pasajero enfermo.

6. Psicología y ‘self-estrés’
Hábitos personales relacionados con la dieta o la toma de medicaciones o drogas, deben también tenerse en cuenta ya que pueden afectar el cuidado en vuelo de este tipo de pasajeros. De especial cuidado debe ser el ajuste de la medicación en caso de cruce de husos horarios (por ejemplo la insulin