Artículo de opinión sobre el Principio de Acuerdo alcanzado por la Sección Sindical de Iberia con la compañía Iberia. Ha faltado imaginación para ofrecer mejoras en productividad eliminando los aspectos más desfasados del Convenio. La Dirección de Iberia ha perdido una ocasión de oro. Ha tenido la oportunidad de firmar un nuevo Convenio Colectivo con impresionantes mejoras en productividad y flexibilidad con los pilotos, pero no ha sabido aprovechar la ocasión.

Difícilmente volverá a encontrar en tiempos de bonanza económica un interlocutor tan sensibilizado por los aspectos empresariales, por las low cost o el precio del petróleo. Un sindicalismo que busca el crecimiento de la flota de aviones antes que el crecimiento de la calidad de vida de sus afiliados.

Los directivos no se creían lo que estaban viviendo en las reuniones con la cúpula sindical, parecían vivir un sueño imposible de alcanzar. Y como si de un sueño se tratara, imaginaban qué más podían recortar… y ante su sorpresa siempre obtenían un sí por respuesta.

Pero los redactores de este Convenio han cometido dos graves errores: les ha faltado imaginación y han perdido contacto con la realidad. Les ha faltado imaginación para ofrecer mejoras en productividad, eliminando los aspectos más desfasados del Convenio Colectivo. Podían haber jugado la baza de la flexibilidad, dando margen a la empresa y a los pilotos para alcanzar puntualmente mutuos acuerdos que beneficien a ambas partes.

Han perdido el contacto con la realidad, han olvidado las quejas en corto recorrido, el hastío del 3-1 3-1 3-1 (si no sabéis qué significa preguntar a cualquier piloto). Creen que el cambio en ejecución, el recorte de días libres, el aumento de servicios, etc. va a ser alegremente aceptado por los pilotos a cambio de un billete free y una mediocre jubilación a los 65.

La ambición desmesurada ha roto el equilibrio con los pilotos. Y ahora estos no aceptarán de ninguna manera cambio alguno que suponga recorte en derechos. Ni ahora ni en un futuro próximo, porque los pilotos han decidido echar freno a tanto absurdo.

La inquebrantable promesa de nuestro jefe pondrá punto y final de tan idílico vuelo. El día de la votación todos estos sueños de dirección se esfumarán.

Entonces -sólo entonces- empezaremos a negociar el VII Convenio Colectivo.

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