Carlos Sancho explica en este artículo su opinión sobre la situación de retrasos en las operaciones que está viviendo actualmente el sector de la aviación en España    ¿Qué entendemos cuando decimos que esto tiene mala prensa?, o que ¿nos venden la moto?, o expresiones más o menos populares para decir que lo que hacemos no está bien visto por los demás y que tiene mala venta. Pues eso es lo que ha pasado de siempre con el tema aeronáutico. Que cualquier cosa que se haga se vuelve siempre en contra de sus “promotores”.

Debo decir que fui miembro del SEPLA hasta que sufrí el primer Expediente de Regulación de Empleo allá por el año 1993 (como veis no es algo nuevo). En aquel momento pertenecía a la plantilla de LTE y hubo una reducción de un 30%. A mí no me tocó por antigüedad, pero vi perder su trabajo a muchos empleados y amigos. Para defender los intereses de un colectivo tan reducido (unos 50 pilotos) el gabinete jurídico del sindicato podríamos decir que no tenía demasiado ¿interés? en resolver nuestros problemas laborales. Vamos, que estábamos únicamente respaldados “moralmente” por el sindicato al que todos estábamos afiliados.

Hicimos una “colecta” (provisión de fondos) para pagar al mejor abogado laboralista que pudimos y defendimos a muerte a todos los compañeros que se iban a quedar en el paro. Hicimos cuentas, nos congelamos voluntariamente el sueldo, redujimos nuestras pretensiones laborales, aceptamos reducciones de categorías de hoteles, etc. Hicimos un completo programa de reducción de costes a la compañía calculando el monto económico que suponía mantener en su puesto de trabajo al personal que había de ser “expulsado” y lo pagábamos de nuestros propios bolsillos.

La empresa inicialmente aceptó la oferta durante unos seis o siete meses, con lo que se ahorró el sueldo de los implicados de “por vida” y al cabo de ese tiempo les dio igualmente el finiquito a los que quiso. Así que encima de “putas apaleadas”. Ahí me dije: “Nunca más voy a ofrecerle a la empresa parte de lo mío, porque se lo queda y además le ayudo a pagar la liquidación de un compi”.

También aprendí que para defender mis intereses laborales (como lamentablemente ocurrió) siempre tendría que recurrir a un laboralista “particular”, así que ya no me interesaba ser miembro de un sindicato profesional (y mucho menos de uno político) y pedí la baja voluntaria del SEPLA.

Ello no quiere decir que no sea “sindicalista”, ni que quiera desprestigiar al SEPLA. Solamente quiero decir que me he movido libremente entre los compañeros y la empresa, defendiendo las causas comunes a mi manera y dando la cara a título personal. Siempre he apoyado a los representantes sindicales y he reconocido el esfuerzo y valor que tienen cuando tienen que negociar con los “tiburones” de los despachos.

Sin embargo he ido como los legionarios, “a pecho descubierto” y me he llevado unas cuantas hostias sin respaldo de nadie. Pero yo soy así y eso es mi problema.

Ahora que hay “movimiento” en todo el entramado aeronáutico, pilotos, controladores, etc. que coinciden en el tiempo y causan graves trastornos a los viajeros es difícil de entender lo que está ocurriendo.


Yo os lo voy a decir: ¡ESTAMOS AL BORDE DE LA CATASTROFE! La economía manda tanto, que las restricciones en materia de seguridad están ya por debajo de mínimos. ¡No sabéis cómo me duele tener que decir esto!, cuando llevo casi dos años intentando quitar el miedo a volar a los que me leen. El accidente aéreo está más cerca que nunca, y no por culpa de los profesionales que trabajan para vosotros, los pasajeros, sino por culpa de los gestores de la aviación. No sólo los ejecutivos-ejecutores de las compañías, no sólo los directivos que pertenecen a los consejos de administración, sino el propio encargado de velar en última instancia por la Seguridad Aérea, El Ministerio de Fomento.

AENA es un ente público encargado, entre otras cosas, de gestionar los aeropuertos españoles el cuerpo de controladores aéreos depende también de dicho organismo. La inspección técnica, inspecc