Visión sobre el mundo de las ‘low cost’ frente a las compañías aéreas tradicionales. El debate actual sería que existiesen los dos tipos de empresa, una con primacía en la calidad y otra en el precio. Aunque no pertenezco al mundo de vuelo creo que me encuentro en situación de opinar acerca del futuro de las tripulaciones técnicas en el mundo que llega del low cost. Mi profesión estuvo siempre ligada al mantenimiento pero he visto y tratado con muchas gentes desde que me jubilé de Iberia y creo que mi opinión puede ser una más. Sería bueno que después de estas notas alguien pudiera abrir un debate sobre los problemas que nos llegan y que aún no se han manifestado con virulencia.

Escuchando a los directivos de estas compañías de bajo coste que proliferan de forma casi exponencial en los últimos tiempos, parece que son los únicos que saben como se crea una empresa. Pero es fácil haciéndolo sin rémoras del pasado. Todos lo haríamos, mejor o peor. Pero las compañías que yo llamo ‘clásicas’, o sea las viejas que todos conocemos tienen unas obligaciones con sus empleados, con sus convenios, con sus clientes… y con su calidad. Estas compañías, hasta el momento, han competido en un servicio al cliente que ahora, tiende a desaparecer.

El cliente actual, compra un billete por Internet, llega al aeropuerto con un carné, que puede ser su DNI y embarca en un avión en el que se sienta, vuela y llega a su lugar de destino sin saber casi nada de la empresa que lo llevó. Lo mismo da que se llame A o B, porque lo único que sabe es que el billete era muy barato. Hasta ahí todo bien si eso es lo que él desea. Hay otras Compañías que te tratan de hacer la vida más agradable al pasajero, dándole un periódico o invitándole a un desayuno con croissant.

El problema viene para conjugar unas con otras. El debate actual sería que existiesen los dos tipos de empresa, una con primacía en la calidad y otra en el precio. Porque convivir los dos parámetros es difícil. La pregunta del millón es saber como, las clásicas pueden competir con aquellas o ir adaptando sus precios algunas veces inverosímiles para los que conocemos lo que cuesta el combustible, lo que se paga de tasas de aeropuertos e infinidad de costes irrenunciables e imposibles de omitir, como el propio de las tripulaciones.

¿Que pasa entonces con éstas? Ese es el tema difícil que planteo y que muchos vemos oscuro. El tripulante técnico tiene un coste muy alto. Su formación básica, y la posterior en flota es larga y cara. Y no se pueden evitar las prácticas en simulador y en avión.

Las viejas compañías aéreas tendrán que disminuir los gastos de vuelo, y todos sabemos cual es la única forma. Eso trae consigo conflictos que hacen aún más duro la lucha competencial, porque se pierde imagen y más cosas. Además de luchar, al mismo tiempo, con otros costes en tierra que hacen disminuir la calidad del servicio sin remisión. Porque es más barato un bocadillo que una merluza a la vasca, eso está claro. Y más barato es no dar nada.

¿Hasta qué punto las distintas Aviaciones Civiles pueden plegarse al interés económico para exigir menos horas de entrenamiento a las tripulaciones con el fin de abaratar su coste? Creo que esa sí sería una medida peligrosa pero no imposible ya que la presión económica en el mundo actual es muy poderosa y en ella intervienen hasta los propios Estados, por encima de casi todo. Incluso, se hacen guerras sin motivo por intereses económicos. El dinero es lo que manda y lo invade todo. Es un tsunami tan peligroso como el que se ha vivido en el Índico, aunque con damnificados de distinto tipo.

Pero no todo es buen futuro para las nuevas compañías. Porque actualmente se pueden ir alimentando de tripulaciones entrenadas que estén en situación personal precaria. La posibilidad de intercambio de personas sin fronteras lo hace posible. Pero esa situación, a medio plazo, también se acaba y se jubilan a una edad temprana. Y los jóvenes que les tienen que sustituir si necesitan esa formación que se cita. Y ahí está un primer problema para que ese bajo coste ya no sea tan bajo. Es cierto que habrá que esperar unos años a ver que pasa, pero eso llega.