La adjudicación de la nueva Terminal Sur del aeropuerto de Barcelona empieza a provocar los primeros movimientos de las partes interesadas. Muchos intereses y temores se cruzan en esta historia, que es mucho más compleja de lo que a simple vista parece…  La ampliación del aeropuerto de El Prat no sólo interesa a las aerolíneas, que necesitan una buena ubicación para mejorar perfiles de vuelo y conexiones. También buena parte de los empresarios y la sociedad civil catalana está expectante por las consecuencias que esta adjudicación tendrá.

Desde el gremio de hoteleros hasta la Cámara de Comercio, pasando por todos los sectores, hay unanimidad en reclamar un aeropuerto de Primera categoría. Dicho en otras palabras: Barcelona necesita conexiones de largo recorrido, como Nueva York o Buenos Aires, y compañías de red que oferten la clase Business.

En un mundo globalizado esta apuesta es imprescindible para situarse en el ámbito de capital económica, algo a lo que Barcelona no quiere renunciar. Por otra parte la ciudad debate por el tipo de turismo que desea: el de alto nivel frente al de vuelos baratos.

Hay que encontrar una compañía que esté dispuesta a ofrecer este servicio de calidad, y ésta no puede ser una de vuelos baratos; el hombre de negocios viaja en clase Preferente. Hasta ahora sólo Spanair, y el grupo Star Alliance al que pertenece, ha mostrado interés por establecer un hub, una opción válida y de momento la única para conseguir el objetivo que Barcelona se propone.

Iberia, por el contrario, ha optado por abandonar el mercado de red en Barcelona y apuesta por Madrid como centro de distribución de vuelos (hub). El exmonopolio deja en su lugar Clickair, una compañía de vuelos baratos, punto a punto, que no puede asumir la calidad y regularidad que reclama un aeropuerto de primera categoría. No obstante, Iberia sigue siendo la primera compañía en Barcelona y ha mostrado su interés por ocupar la nueva terminal.

Por otra parte los políticos catalanes no quieren desaprovechar la oportunidad de interferir en la asignación de la T-Sur para presionar a las compañías, en el sentido que reclama el empresariado y la sociedad civil catalana. Aena deberá escuchar la opinión de la Generalitat.

La adjudicación, a pesar de la polémica que en estos comienzos de 2007 está teniendo, deberá esperar. Por más que duela, la nueva terminal no estará lista hasta el año 2009, si no hay imprevistos. Un plazo demasiado largo para la sociedad civil catalana, que ingenuamente espera ver el nuevo aeropuerto a finales de este año.