En un verano negro en cuanto al balance de vícticmas mortales en el mundo de la aviación, el accidente del vuelo 358 de Air France en Toronto supuso una afortunada excepción. En el avión accidentado, un Airbus 340, viajaban 297 personas. Nueva vista del vuelo 358 de Air France en llamas poco después de partirse en dos en una una hondonada junto a la pista de aterrizaje. La próxima vez que vuelen, miren a los Auxiliares de Vuelo  como las personas que pueden salvar sus vidas.
La actualidad es una especie de serpiente que ataca cuando menos la esperas, y se oculta para siempre después de hacerlo. La resaca de una noticia es algo imprevisible, y muchas veces está sometida a su propio tamaño, y a las olas que vienen detrás. Por eso, sucesos que causan un tremendo revuelo, pueden desaparecer perfectamente bajo la fuerza de los que les siguen en el tiempo. Hace unos días un Airbus 340 de Air France se estrelló en la pista del aeropuerto internacional de Toronto. La tragedia pudo ser colosal, pero afortunadamente nadie dejó allí su vida. Y seguramente digo mal cuando digo ‘afortunadamente’, porque en Aviación muy pocas cosas son casuales.

Quiero hoy apartarme de mi línea política para escribirles algo que espero que, como usuarios de la Aviación Comercial, será de su interés. Y quiero también dejar bien claro algo ciertamente vital: no pretendo analizar el accidente, ni establecer causas. Máxime cuando la Historia de esta Profesión está plena de ejemplos en los que se demuestra que no existen causas de accidentes hasta que una investigación está completa.

El Air France 358 inició su aproximación a la pista 24 de Toronto después de que el aeropuerto hubiese sufrido una cadena de tormentas de gran intensidad. Las tormentas suponen un riesgo de alto nivel para los aviones por la turbulencia y engelamiento que las acompaña. Pero en concreto, y durante la fase de aproximación y aterrizaje su peligrosidad puede ser aún mayor si se encuentran en la etapa en la que empiezan las precipitaciones que llevan asociadas.

Muchos de Vds. Se habrán fijado en que poco antes de que una tormenta empiece a descargar lluvia, comienzan a producirse fuertes vientos de dirección e intensidad cambiantes. Esto, se denomina ‘primera racha’, y supone una dificultad para la, ya de por sin complicada maniobra de poner muchas toneladas de avión en el centro de una pista de unos 45 metros de ancho, y a una velocidad sobre el suelo de unos 260 kilómetros por hora. En algunos casos, poco frecuentes y en los que las tormentas son muy fuertes, se produce un fenómeno denominado ‘reventón descendente’, que consiste en unas micro ráfagas de enorme intensidad capaces de dar en el suelo con un avión en unos segundos. Este reventón fue el que la investigación determinó como causante, por ejemplo, de la tragedia de Dallas, cuando un L1011 de Delta, año 1985, se estrelló a pocos metros de la cabecera de la pista dejando 137 muertos.

En los casos en que el reventón no aparece, los vientos racheados dificultan enormemente la aproximación, por la turbulencia que conllevan, y por algo que sí es más frecuente y tremendamente comprometido: la cizalladura del viento.

Los aviones se mantienen en el aire por su velocidad relativa al viento, es decir, no por lo que avanzan respecto al terreno, sino en relación al aire y su dirección. Un fenómeno de cizalladura ocasiona que un viento en cara (que aumenta la velocidad respecto al aire, y por tanto la sustentación del avión) se torne de forma repentina en cola, dejando a la aeronave por debajo de la velocidad relativa que le hace posible volar, y desplomándole hacia el suelo. Esto, se corrige estando muy vivo y aumentando la potencia de los motores cuando se nota que la velocidad disminuye.

En estos casos, no funciona ningún automatismo, directamente es inútil, por su retardo en la reacción, y es la acción del profesional la que ha de suplir esa carencia, volando el avión completamente en manual y anticipándose a las variaciones de velocidad. Además, los cambios de dirección de un viento fuerte separan el avión del centro de la pista, con lo que una vez se sobrevuela su umbral lo prudente es poner el avión en tierra lo antes posible. No esperen un aterrizaje suave en condiciones de viento fuerte. No es aconsejable. No es sano. Estas son las razones por las que los Pilotos no iniciamos la aproximación a aeropuertos sobre los que hay una tormenta de intensidad moderada, y éstas mismas s